domingo, 28 de abril de 2013

The Doors. Las puertas de la percepción.

En 1991 Oliver Stone hizo una de las más grandes biografías cinematográficas que se le haya podido dedicar a un grupo musical. Con una visión íntima y subjetiva el director recreó a la perfección la sociedad americana de los años sesenta, donde el papel de Jim Morrison y compañía fue crucial en un mundo convulso que luchaba por cambiar a sus líderes corruptos. 


Cuenta la historia que un tal Jim Morrison (poeta por vocación pero cantante por circunstancias) tras suspender el examen final en la escuela de cine, decide montar un grupo musical que basaba sus letras en la obra de William Blake. La puesta en escena de The Doors era diferente, psicodélica, y muy escandalosa, dándole una nueva dimensión a mitos tales como el de Edipo. A pesar de sus constantes salidas de tono fueron contratados por una discográfica, dando lugar a un testamento ideológico que llega hasta nuestros días. Los conflictos personales y los incidentes con la policía, contribuyeron a la leyenda del polémico y carismático niño prodigio de las letras. 

El señor Morrison fue tan amado como odiado...
La combinación de todos los oficios cinematográficos resulta impactante a ojos del espectador, y si le sumamos la veracidad de los hechos narrados y la sublime puesta en escena comprenderemos que tenemos entre manos algo diferente. No importa cuantas veces veamos la película, siempre le encontraremos algo nuevo gracias a la pericia de su realizador y a la entrega de los actores (la elección del reparto fue todo un pleno al 15). Al igual que el mejor de los vinos, envejece a la perfección.

La importancia de abrir las puertas de la percepción...

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