jueves, 30 de mayo de 2013

El Quinteto de la muerte (Ladykillers). No hay plan perfecto ni sencillo...

Alexander McKendrick dirigió en 1955 una comedia negra que pasaría a los anales de la historia gracias a un guion bien sustentado y a un reparto irrepetible. Muchas han sido las imitaciones (excelente remake a cargo de los hermanos Coen incluido), pero jamás se ha vuelto a captar la frescura y esencia de la original.


Un temible quinteto criminal dirigido por un despiadado y superdotado delincuente, alquila una modesta habitación en las dependencias de una insólita ancianita. Para no despertar sospechas, el grupo de ladrones se hace pasar por una banda de música (a pesar de no tener idea de como se toca un instrumento) mientras planean y perpetran un importante robo. Tal es la osadía del líder de la banda, que consigue embaucar a su anciana casera para que participe de forma inconsciente en la resolución del atraco, pero por diversas circunstancias las cosas no salen tal y como había planeado, por lo que la noble abuelita acaba poniendo en jaque a la mencionada organización criminal.

Cada personaje destaca por sus habilidades especiales y rasgos físicos.
Thriller oscuro y ácido, que gracias a las cualidades de sus personajes se acaba transformando en una comedia sobresaliente. Disfrutaremos de un sensacional Alec Guinness que eclipsa a todo lo que se ponga por delante, y nos sorprenderemos ante un casi irreconocible Peter Sellers que permanece en un discreto segundo plano. Film de culto que merece un sitio en todas las estanterías de filmotecas públicas y particulares. 

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